El discurso del odio y su impacto en la salud mental y física de los jóvenes

El discurso del odio y su impacto en la salud mental y física de los jóvenes

Hoy en día, es evidente el aumento y la propagación significativos del discurso del odio en línea, especialmente a través de las redes sociales. El discurso del odio se refiere a cualquier tipo de comunicación, verbal, escrita o de comportamiento que ataque o discrimine a una persona o grupo por atributos como la raza, la religión, la etnia, el origen nacional, el género, la orientación sexual, la identidad de género y la discapacidad. La definición precisa puede variar según la jurisdicción legal y el contexto. En este artículo, Natasa Georgiou, psicóloga asesora especial del Centro de Políticas de la CDN «Hope For Children», comparte su visión sobre el impacto de la incitación al odio en la salud mental y física de los jóvenes, y cómo el proyecto Hate Trackers Into Action ayuda a abordar estos problemas.

El discurso del odio está asociado a consecuencias psicológicas que repercuten negativamente en la salud mental y el bienestar de las personas en general. En concreto, el discurso del odio contribuye a causar daños psicológicos, especialmente entre los grupos marginados, entre los que se incluyen: ansiedad, depresión y baja autoestima. Además, la exposición repetida puede hacer que los individuos cuestionen su autoestima o identidad. Por otra parte, la exposición a largo plazo está relacionada con el estigma y el trauma interiorizados, especialmente en aquellos con experiencias previas de discriminación o violencia. Estos efectos suelen ser duraderos y, aunque invisibles, pueden ser profundamente perjudiciales. Las víctimas suelen experimentar sentimientos de ira, soledad, tristeza, decepción y miedo.

En particular, también hay consecuencias para la salud física, como mayores tasas de dolor crónico, hipertensión, disfunción inmunitaria y otros problemas de salud, todos ellos relacionados con el estrés crónico provocado por la discriminación y el abuso verbal. Además, las personas que son objeto de discursos de odio pueden retirarse de la vida pública, evitando los espacios sociales, la escuela o los entornos laborales. Por último, pero no por ello menos importante, el discurso del odio socava la igualdad, la libertad y la dignidad, elementos esenciales para la salud de las comunidades democráticas.

Por lo tanto, es muy importante educar a los jóvenes sobre las consecuencias negativas del discurso del odio, con el objetivo de abordar esta brecha a través de la participación de los jóvenes. A través del proyecto Hate Trackers Into Action (HTIA), el consorcio europeo de expertos involucra a jóvenes activistas apasionados en la planificación y ejecución de actividades centradas en abordar y eliminar la incitación al odio a escala nacional y local. El proyecto pretende aumentar los conocimientos y la concienciación de los jóvenes a través de diversas acciones, como formación, debates y realización de actividades y actos de sensibilización.

La creación de grupos de activistas a nivel nacional y local en cada país socio refuerza el impacto del proyecto y facilita que los jóvenes activistas marquen la diferencia en sus contextos nacionales. Presentan enfoques innovadores para contrarrestar el fenómeno de la incitación al odio. Además, la plataforma en línea #HateTrackers sirve de «espacio seguro en línea» donde estos grupos pueden reunirse, debatir, formar a nuevos miembros y compartir sus mejores prácticas y soluciones para contrarrestar este problema, también con sus homólogos de los países socios.

Además, #HateTrackers hace hincapié en la metodología narrativa como herramienta para empoderar a las víctimas del discurso del odio. A través de vídeo-entrevistas, vídeos en directo en Instagram, podcasts y artículos, #HateTrackers pretende compartir las experiencias de estas personas presentándolas no solo como víctimas, sino como activistas que han sido capaces de utilizar su sufrimiento y transformarlo en una respuesta positiva al discurso del odio. La difusión de estas experiencias genera empoderamiento y, al mismo tiempo, presenta una forma constructiva de actuar que podría ser adoptada por otras víctimas del discurso del odio.

En conclusión, es crucial, tanto para la prevención como para la respuesta, fomentar la empatía y la comprensión entre los jóvenes. Las campañas de sensibilización ayudan a la gente a comprender el verdadero daño que causan las palabras, no sólo los actos físicos. La educación del público construye comunidades resilientes y las capacita para oponerse al odio, apoyar a las víctimas y promover valores inclusivos. Además, la concienciación impulsa la defensa de protecciones legales y políticas institucionales más sólidas. Ayuda a cambiar las normas sociales para que el discurso del odio sea inaceptable e intolerable. Por último, cuando las comunidades hablan, las víctimas se sienten menos aisladas, más validadas y más seguras a la hora de buscar ayuda.

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